jueves, 31 de marzo de 2011

Vivisección y Religión

VIVISECCIÓN Y RELIGIÓN

La ciencia se basa en la desconfianza. Eso significa que cuando un científico afirma algo tiene que demostrarlo. La demostración se realiza generalmente usando el método experimental. También significa que todos debemos desconfiar de sus palabras si no están avaladas con pruebas. Eso vale para todos los ámbitos de la investigación. En consecuencia, si un investigador afirma, por ejemplo, que los extraterrestres existen, es él quien debe demostrar que es así suministrando pruebas materiales que puedan ser analizadas. Nadie tiene por qué demostrarle a él que los extraterrestres no existen, y nadie tiene por qué demostrar tampoco que la vivisección no es útil para la salud humana. Son los que experimentan con animales quienes deben demostrar que la vivisección tiene utilidad para nuestra especie.

Sin embargo, ocurre todo lo contrario. Cuando un científico habla sobre los experimentos que él u otros han realizado, inmediatamente la sociedad en general confía en sus palabras y asume que los resultados obtenidos son válidos. Muchos supuestos defensores de los animales también actúan así, asumiendo que la vivisección ha sido y es útil o beneficiosa para la humanidad, aunque aseguran que es cruel e inaceptable. En algunos casos, se limitan a criticar algunos experimentos especialmente absurdos, como los de toxicidad aguda, pero no llegan a condenar la vivisección ni se atreven a considerarla una actividad fraudulenta.

¿Por qué no abordan seriamente la cuestión, como hacen cuando defienden el veganismo científicamente? Imaginemos que alguien dice que el consumo de productos de origen animal es imprescindible para la salud humana. Obviamente, tal afirmación es absurda y no puede demostrarse, por lo que los defensores de los animales sólo deben refutarla empleando datos sobre la composición de los alimentos y las necesidades nutricionales de los humanos. De este modo, cuando alguien asegura que comer carne es necesario para un ser humano, en primer lugar debería demostrarlo, y en segundo lugar nosotros tenemos que proporcionar datos relevantes para probar que tal afirmación no es científica, sino religiosa, con objeto de evitar que los crédulos acepten las ideas irracionales de los partidarios del consumo de carne.

Otro de los errores de los viviseccionistas es recurrir a las afirmaciones pseudocientíficas. Podemos sostener que una afirmación es pseudocientífica si observamos que no es posible demostrar que es falsa ni siquiera aunque efectivamente lo sea. Para ejemplificar nuestra aseveración recurramos otra vez a los extraterrestres. Imaginemos que un científico dice lo siguiente, sin presentar pruebas: “Los extraterrestres existen”. Supongamos también que los extraterrestres de hecho no existen. ¿Cómo podríamos demostrarlo, teniendo en cuenta que el universo quizá sea infinito y no podemos explorarlo completamente en la actualidad? No podríamos, y por tanto, afirmar sin pruebas que los extraterrestres existen es efectuar una aseveración pseudocientífica.

Analicemos en este punto las afirmaciones de los viviseccionistas. Cuando aseguran que “la vivisección salva vidas”, están haciendo lo mismo que alguien que sostuviera que existe la vida extraterrestre, porque nadie puede probar que la vivisección salve vidas. ¿Quién puede demostrar empíricamente que un ser humano ha salvado o puede salvar su vida gracias a la realización de uno o varios experimentos con animales humanos o no humanos? Uno puede tener fe y creerlo, pero no es lógico que pretenda que los demás crean algo que no está basado en datos objetivos. Y aunque sea falso que la vivisección salva vidas, ni siquiera podría demostrarse, porque es una afirmación subjetiva, ya que nadie puede analizar todos los casos de curaciones, ni atribuir estas últimas a las prácticas viviseccionistas total o parcialmente. Lo mismo puede decirse de otras falacias, como decir que “la vivisección es imprescindible para la ciencia”, o que “si la experimentación se ilegaliza la salud humana empeorará”.

Sin embargo, a la inversa sí puede asegurarse que la vivisección ha causado y causa muertes y problemas a la humanidad. Por ejemplo, si alguien realiza experimentos para comprobar los efectos de un fármaco en los fetos humanos, usando animales que no sean de la especie humana, y a continuación usa los resultados para confirmar que el producto es seguro para las mujeres embarazadas, podría provocar una catástrofe como la que se causó con la Talidomida, un producto farmacéutico que provocó malformaciones y muertes en fetos humanos a pesar de haber sido declarado seguro en la fase experimental viviseccionista. El problema no fue que no se emplearan las especies adecuadas, ni que los ejercicios se efectuaran incorrectamente. El problema fue y es que los experimentos con animales de especies no humanas no garantizan que el fármaco no sea teratogénico en la especie humana, aunque no lo sea en otras especies, y así lo admiten las farmacéuticas en los prospectos de los medicamentos.

¿Por qué siguen realizándose esos experimentos, y todos los demás que se llevan a cabo en los laboratorios de todo el planeta, si ellos mismos admiten que no son predictivos? La respuesta es simple. La vivisección es una religión, y como tal, no está basada en la razón, ni en datos comprobables. Tampoco está basada en el método experimental, porque los experimentos con animales no son reproducibles. Los resultados varían en función de la especie usada, del ciclo de luz y oscuridad, del estado anímico de los animales, de la época del año en la que se llevan a cabo los ejercicios, etc.

Si a todo eso añadimos que generalmente se usan ratas y ratones en los experimentos, porque son animales manejables, pequeños y baratos (no porque se parezcan a nosotros más que otras especies como los hipopótamos, las jirafas, las gacelas, etc.), llegamos a la conclusión clara de que tener confianza en la experimentación animal es anteponer la fe a la razón.

Recordémoslo la próxima vez que alguien defienda la vivisección: son los viviseccionistas los que deben demostrar que la vivisección es útil; los antiviviseccionistas no tienen por qué demostrar que no lo es, aunque ya hemos visto que es muy fácil hacerlo.


Porfirio Vegan

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